Es lo que señaló la concejal Virginia Rodríguez, tras visitar uno de los tantos establecimientos educativos platenses que padece los cambios en el SAE (Sistema Alimentario Escolar) implementados por el intendente de la ciudad de La Plata, Julio Garro.

La edil massista efectuó un recorrido por la EPB Nro. 6 “Ana Blasco de Selva” y ESB Nro. 41 ubicadas en 236 entre 496 y 498 (Paraje La Rueda) Ruta 2 Km 52 de Abasto, ante el desesperado pedido de padres de alumnos que asisten al mencionado establecimiento, muy preocupados por la situación de los menores.

Al respecto, la concejal del Frente Renovador expresó que “se trata de establecimientos Ruralidad 2. Los chicos están 8 horas en la escuela, por lo cual desayunan, almuerzan y meriendan allí. La matrícula es de 192 alumnos pero reciben 186 porciones para desayuno, 156 porciones para almuerzo y para merienda, absolutamente nada. Para el abastecimiento de las porciones escolares, cuentan únicamente con una cocinera, dos auxiliares y su directora ya que no hay designación ni de vicedirectora ni de secretario/a. A simple vista, es claro que tan poco personal no puede proveer en forma simultánea la alimentación a tanta cantidad de alumnos, a lo que se suman los serios problemas de logística debido a la distancia del establecimiento con respecto a los proveedores; llega la primera partida de alimentos de acuerdo a la dieta establecida a las 8 de la mañana pero la otra mitad, cerca del mediodía, lo que hace sumamente dificultosa la preparación del un almuerzo integral; la cantidad de porciones no se condice con el cupo de alumnos que asisten al establecimiento, situación que fue informada hace dos años sin la actualización respectiva por parte de las autoridades a cargo”.

Asimismo, Virginia Rodríguez apuntó a que “se marca una desigualdad lisa y llana desde el momento en que los docentes y personal auxiliar no se encuentran contemplados en el nuevo sistema de alimentación, lo cual genera diferencias ya que no contrasta con el espíritu de ´comunidad educativa´. Y sería fácil pensar, desde la frivolidad, que los maestros podrían llevar su propio alimento, pero ¿cómo se le explica a un chico que sus educadores ´comen otra cosa´? ¿Se condice con la enseñanza de igualdad de derechos y oportunidades que diariamente se profesa al frente del aula? Las diferencias no son parte de la enseñanza educativa; el factor humano, el hecho de compartir el pan, es decisivo en la etapa de desarrollo de un niño, el hábito de comer con los alumnos refuerza nada más y nada menos que la igualdad. Por eso, se está jugando no sólo con el factor nutricional en una edad fundamental para la formación de personas, sino también con la pérdida de los valores de paridad, es lo más perverso y canalla que ví”.

Además, como si todo lo expresado fuera poco, Rodríguez indicó que “padecen la rotura de termotanque, arreglo que ha sido solicitado mediante nota en tres oportunidades, sin respuesta a la fecha; no tienen heladera industrial, por lo tanto productos lácteos como el yogurt, que requiere de mantenimiento en la cadena de frío, no puede ser suministrado a los alumnos. Han recibido alimentos en mal estado (tanto carnes blancas como verduras) los cuales debieron rechazar atentos al cuidado de la salud de los niños; ni hablar de las porciones, que son ínfimas por alumno no obstante haber sido elaborados los menús por médicos nutricionistas. Y un detalle más, no menos importante, es que carecen de elementos de limpieza de todo tipo y no cuentan con cooperadora escolar”.















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